Resiliencia: Riesgo e Irreverencia


Por Dora A. Ayora Talavera PhD.

Desde mediados del siglo pasado se empezó a utilizar en las ciencias sociales el término Resiliencia, para referirse a las pautas que le permiten a las personas sobreponerse a las situaciones adversas y sacar provecho de las mismas (Sánchez, 2003).

También se refieren a ella como una facultad de recuperación que implica dos factores, la capacidad de proteger la propia vida y la integridad ante las presiones deformantes; y la otra es la capacidad para construir conductas vitales positivas pese a las circunstancias difíciles (Becoña, 2006).

Partiendo de esta descripción básica, voy a compartir un par de preguntas que me planteo al reflexionar sobre este concepto:

Pregunta 1: ¿Es el concepto de Resiliencia un constructo irreverente? Esta pregunta puede ir acompañada de otra: si es irreverente ¿a qué lo es? 

Considero que la resiliencia sí es irreverente. Es una invitación a cuestionar la verdad basada en perspectivas que asumen que quienes somos en el presente ha sido moldeado por experiencias vividas durante la infancia, poniendo en tela de juicio ideas como “infancia y/o historia es determinismo”.

Si como seres humanos desarrollamos la facultad de ser resilientes, implica que somos capaces de sobreponernos a las experiencias pasadas, que somos capaces de construir vidas positivas pese a las circunstancias difíciles que nos hayan tocado vivir.

Si creyéramos un poco menos que las experiencias de la infancia nos determinan, tal vez satanizaríamos menos nuestros “traumas” infantiles y muy probablemente veríamos nuestra historia personal con ojos más benevolentes.

Pregunta 2: ¿Tiene el constructo Resiliencia alguna implicación riesgosa? 

Considero que sí. Sobre toda aquellas perspectivas que sugieren, con poca cautela, entrenar a las personas a ser resilientes.

Los riesgos que veo en estas aproximaciones están en lo delicado que puede resultar desarrollar capacidades resilientes para “salir adelante a pesar de las condiciones desfavorables, amenazantes y/o dañinas”; podría implicar una especie de conformismo ante las condiciones sociales a la idea de que “no importa las circunstancias en las que vivas, tú puedes salir adelante”. Eso puede favorecer la idea de que el cambio social no es necesario, que no es prioritario ofrecer mejores oportunidades de vida, condiciones sociales más equitativas y medios de desarrollo más propicios.

La resiliencia favorece una perspectiva menos determinista de nuestro pasado, liberándonos de la carga histórica de nuestras vidas; pero al mismo tiempo puede favorecer una posición que reste importancia a la necesidad del cambio económico, político, social y familiar que predomina en nuestra cultura.

Si tomamos con superficialidad las repercusiones sociales de los conceptos que desarrollamos, puede ser peligroso, pues podemos erigir nuevas verdades tan riesgosas como aquellas que pretendemos cuestionar.

Estas palabras son una introducción a lo que podría ser una gran conversación. Te invito a continuar este diálogo que puede resultar polémico y enriquecedor.

REFERENCIAS 

  • Sánchez, S. (2003). Resiliencia. Como generar un escudo contra la adversidad. Diario El Mercurio. En red www.resiliencia.cl/investig/
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